Miliciana antinazi combatiendo casa por casa (1944, anónimo).
Es lunes por la noche y de fondo suena "The partisan" de Leonard Cohen. Creo que de un tiempo a esta parte es cada vez más extraño encontrar ese tipo de dignidad que desprenden las fotografías antiguas. Me refiero a las encendidas pupilas de los ancianos, los puños en alto, los fusiles y las banderas ajadas. ¿Cómo pagar semejante legado? No se vislumbraba en el jornalero, en el profesor, en el médico, en el obrero, en la campesina ni en el joven estudiante atisbo alguno de rendición; eran tiempos de lucha abierta. Hasta el más humilde arriero era consciente de su papel, pequeño engranaje de una enorme maquinaria movida por el impulso de la solidaridad.
Pienso que en estos tiempos de vorágine tecnológica, de orgías de píxeles y bufones que intentan martarnos la ideología, es necesario recuperar el gris de las fotografías antiguas, el espíritu de la miliciana que empuña el sub-fusil para dar de comer a sus hijos. Ahora más que nunca.
Pablo.
Abril 2012
Y qué cierto es.
ResponderEliminarPuño bien alto!.
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