Son tiempos difíciles
de ver los trenes pasar,
de ruletas rusas,
miradas al puerto
y cuentas pendientes.
Volvernos cómplices
del desencanto
siempre es una opción,
esperar y desesperar,
olvidarse de los años eléctricos
y bailar en el acantilado.
Tropezar con mil piedras idénticas,
alimentar el desengaño
para cobijar los sueños
que se quedaron a medio camino.
Nacer en las mañanas
y dormir en las aceras,
deshacer la cama,
entornar la puerta
y traerte para el último suspiro.
26/1/2010
Pablo Ortiz Barquero
Me ha encantado, Pablo. Un placer leerte!
ResponderEliminarReivindico mi parte de autoría! Jaja, no hombre. Genial, como siempre.
ResponderEliminarVolverte cómplice del desencanto siempre fue tu opción preferida ¿no? Muy grande, como siempre.
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