Estos días no son más que un salvoconducto. Hay ratos en los que todavía parece tener sentido hablarte de la paz perdida, de amores en la niebla, de lo intempestivo del adiós. A pesar de todo, aún estoy recomponiendo la geografía de mis renuncias. Mientras tanto la ciudad se deja hacer: Sevilla presta respiración asistida a estas semanas fugaces.
Leo y asiento:
LA MUJER DE MIS SUEÑOS
En todas las ciudades
que he pisado
me ha parecido verte:
un autobús que arranca
y que no cojo,
o un ascensor cerrándose,
o doblando una esquina hacia
la noche,
o al fondo,
entre humo y voces,
de un bar de madrugada...
En cualquier sitio, siempre,
tu imagen que aparece
y desaparece.
Karmelo Iribarren
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